María Elena Yrízar Arias
Hablar de la valiente y admirada periodista Elena Poniatowska Amor nos remonta al testimonio de la crónica más completa y emocionante sobre el movimiento estudiantil de la tarde del miércoles 2 de octubre de 1968 y de la matanza de ese día, en la Plaza de las Tres Culturas y Conjunto Habitacional de Nonualco-Tlatelolco, en la Ciudad de México, con la presencia de aproximadamente diez mil personas que se congregaron en la explanada de la plaza para escuchar a los oradores estudiantiles del Consejo Nacional de Huelga, los que desde el balcón del tercer piso del edificio Chihuahua se dirigían a la multitud compuesta en su gran mayoría por estudiantes, hombres y mujeres, niños y adultos.
En el texto La noche de Tlatelolco, Poniatowska da testimonio de una crónica donde nos narra los múltiples hechos sobre la tragedia que cambió la historia de México y sobre el crimen de Estado que le puso fin al mitin político del movimiento estudiantil, usando la fuerza pública del Ejercito y policías, matando a miles de personas tan sólo a 10 días de la inauguración de la XIX Olimpiada, que fue un evento multideportivo internacional, celebrado en la capital mexicana, del 12 y el 27 de octubre de 1968.
En 1953, Elena Poniatowska comenzó a trabajar en el periódico Excélsior, después entró enNovedades. A lo largo de su trayectoria ha desarrollado variados géneros: novela, ensayo, testimonio, crónica, entrevista y poesía. Todos sus libros se centran en la sociedad, las relaciones entre hombres y mujeres, el trabajo y el desempleo, el prevaleciente racismo, las costumbres y las tragedias nacionales (como el terremoto de 1985). Por la calidad de su trabajo, ha recibido importantes reconocimiento como el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos en 2007 y el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes en 2013. Ha recibido varios doctorados Honoris Causa de algunas universidades nacionales e internacionales, pues tiene una obra que toca casi todos los géneros y la sitúa en un lugar central en el canon literario del siglo XX mexicano. Su obra contiene un carácter activo, que incita al cambio e invita a una toma de conciencia sobre los desposeídos, los niños de la calle y las mujeres, entre múltiples y significativos grupos humanos de la realidad contemporánea mexicana. Elena Poniatowska fue la primera mujer en ganar el Premio Nacional de Periodismo.
Mañana, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí entrega a las 19 horas en el Centro Cultural Bicentenario, el título honorifico de doctora Honoris Causa a Elena Poniatowska Amor, por ser una persona eminente, ya que ha destacado en el ámbito profesional del periodismo, literatura y activismo social.
Los periodistas, universitarios y potosinos en general, nos debemos sentir honrados por la presencia de esta extraordinaria mujer sencilla –madres de tres hijos y abuela felizmente realizada–, porque a sus 84 años, viene a iluminar las aulas universitarias con su pura presencia, por ser ella una de las personalidades más importantes en la cultura de la crítica y propuesta. Por haber sido la primera periodista que se atrevió a describir el crimen de Tlatelolco, cuando en ese tiempo el gobierno era terriblemente represor.
Poniatowska ha recibido como herencia el título de princesa de Polonia, aunque afirma que no le interesó nunca serlo, aunque haya nacido con un linaje europeo y tener abolengo, ya que su padre descendía del general Poniatowski, quien formó parte de la Grande Armée que acompañó a Napoleón hasta Moscú y era sobrino del último rey de Polonia. De lo anterior, ella lo ha ignorado, ya que su madre era de origen mexicano. Debido a sus ideas, se la conoce también como La Princesa Roja. Aunque asegura que el único título que realmente ella valora, es el de abuelita.
Para quienes amamos el periodismo, para quienes intentamos superarnos en esta tarea, debemos hacer a Elena Poniatowska una caravana de reconocimiento a su valentía, un agradecimiento a sus enseñanzas y ese gesto de humildad en su corazón por ese valor que tiene de acercarse a las causas sociales y de alzar la voz, por aquellos que nadie escucha. En este San Luis Potosí, de clases sociales tan marcadas, podremos ver a una princesa europea, que abdicó para ser una mexicana honorable que se ha ganado su estatus de periodista por su propio esfuerzo y no por herencia. Dejó su estatus por ser una luchadora social e intelectual. Por eso nos sentimos más honrados con ella, por cómo se construyó a sí misma.