María Elena Yrizar Arias
El 8 de abril de 2017, en un programa radiofónico del locutor Samuel Roa, que corresponde al noticiero de la radiodifusora de la Huasteca Emsavalles, el notario público 32 de San Luis Potosí, Leonel Serrato Sánchez, emitió diversos comentarios en contra de la diputada local Rebeca Terán Guevara, representante popular de esa región, y en la referida entrevista que se difundió ese día, concretamente el notario dijo: déjeme decirle, señora, (refiriéndose a la diputada Rebeca Terán) la vagina no le da inteligencia, no le da honradez, no le da capacidad, estas se ganan en el ejercicio cotidiano y del mismo modo en que hay que proteger a las mujeres cuando son agredidas vilmente como yo ya lo hice con Xitlálic Sánchez Servín del PAN que acusó a diputados de acoso y hostigamiento, hay que decirlo en otros casos, no señora, no se escude en las enaguas, no es por ahí doña Rebeca, mejor póngase a estudiar, póngase a trabajar porque nos da vergüenza que sea diputada, ella y otros que están igual o peor.
La anterior manifestación, como era de esperarse, dio lugar a diversas interpretaciones y reacciones; algunos pensaron que eran palabras denigrantes en boca de un notario público que se supone es un hombre muy íntegro, ecuánime, educado, profesionista y honorable, que corresponda con el requisito del artículo 16 de la Ley del Notariado de San Luis Potosí, que establece que: de los requisitos para ser aspirante al notariado y notario: Fracción III. Gozar de buena reputación personal y profesional. Lo que podría interpretarse como un exabrupto en boca del notario potosino, que al punto enfadado, se le hizo fácil referirse a la vagina que no le da inteligencia a la diputada.
Lo anterior, de por sí, ni es correcto ni es agradable. Primeramente el notario se expone a la beligerancia, cuando nuestro lenguaje castellano tiene muchas palabras para expresar ideas, que siendo sinónimas podemos aplicar para decir lo mismo, pero de una manera menos corriente o baja. Con esas palabras se expuso el notario público al escrutinio público. Si pensáramos en un contraargumento a las palabras del notario, pues se podría pensar que no estaba pensando con su cabeza, sino con la contraparte de lo que dijo que no le da inteligencia a la diputada. Y nos preguntamos: ¿dónde está la inteligencia del notario o de dónde sacó sus palabras denigrantes en contra de una mujer? ¿De que cabeza lo sacó, de la que le da inteligencia o de la que no le da inteligencia? Porque si partimos de un análisis simple, sobre los comentarios misóginos contra la diputada Terán se puede concluir que el notario no midió sus palabras, porque entonces lo convierte en una persona que está perdiendo su estatus de gozar de buena reputación personal y profesional. Simplemente, un hombre honorable no se expresa así. Según tenemos entendido en las normas sociales.
Lo cortés no quita lo valiente, reza por allí un proverbio. Así que las palabras del notario público no corresponden con un hombre cortés con una mujer, por el simple hecho de ser mujer, merece sus respetos, independientemente del desempeño de la diputada Rebeca Terán en el Congreso del Estado, que obviamente no lo hace con la vagina, ni de allí sale la inteligencia, hasta donde podemos entender o saber.
Localmente, en la capital potosina, el PRI estatal dijo: el notario público Leonel Serrato Sánchez no merece una sanción administrativa por sus comentarios misóginos y de violencia de género contra la diputada Rebeca Terán Guevara, lo que merece es el repudio social y el castigo de la sociedad.
El asunto de la misoginia de Leonel Serrato no quedó en el ámbito potosino, ya que en el Senado de la República, ayer, varias senadoras condenaron enérgicamente las expresiones misóginas de Leonel Serrato y pidieron al Consejo Nacional para la Prevención de la Discriminación y a la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que inicien una investigación de oficio para emitir las recomendaciones necesarias que impidan la repetición de expresiones que impliquen violencia política.
Lo anterior lo manifestaron las senadoras Hilda Flores Escalera, Lilia Merodio Reza, Diva Gastélum Bajo, Cristina Díaz Salazar, Itzel Ríos de la Mora, Hilaria Domínguez Arvizu, Anabel Acosta Islas, Blanca Alcalá Ruiz, María del Rocío Pineda Gochi y Yolanda de la Torre, del grupo parlamentario del PRI, y María Elena Barrera Tapia, del PVEM, quienes condenaron los dichos misóginos del notario en un programa de radio y propusieron un punto de acuerdo que se turnó a la Comisión para la Igualdad de Género.
Aquí estamos ante una disyuntiva, por un lado, se condenan las palabras del notario y, por otro lado, se señala como violencia política. Nos parece que si bien existe la libertad de expresión, creo que aquí hay un libertinaje de palabras ofensivas y en cierta forma no es violencia política porque entendemos que esta es un fenómeno singular donde su fin único es la modificación, desarrollo, sostenimiento o reproducción del orden social y, al mismo tiempo, de las relaciones y estructuras del poder que definen a una sociedad y con ello a un estado. Aquí, se trata de un asunto particular.