En el marco de las celebraciones del Día de Muertos en que las familias se vuelcan para honrar la memoria de los suyos, el panteón de mayores dimensiones en la historia de San Luis Potosí, “El Saucito”, luce ornamentado, concurrido y asegurado por las autoridades municipales que mediante un operativo resguardan a los visitantes que van a recordar o rezar a sus fieles difuntos.
La historia de este fúnebre recinto comenzó a escribirse hace 127 años, en el año 1889, a propuesta del empresario y prestamista Matías Hernández Soberón, quién en 1886 planteó al gobierno del Estado y al Ayuntamiento la creación de una necrópolis que sustituyera a los numerosos panteones que había en los barrios de la Ciudad capital y que representaban no sólo un foco de infección para los habitantes, sino también una costumbre anticuada.
La propuesta fue avalada por el gobierno del Estado y por el Ayuntamiento, que en ese entonces estaba conformado por 16 regidores únicamente y sin la figura del Alcalde, y tres años después, con una inversión inicial de 25 mil pesos, el 12 de octubre de 1889 fue inaugurado y puesto en servicio. En la apertura, el camposanto fue dividido en dos espacios mortuorios, mostrando con ello una sociedad clasista, pues los cuerpos aún después de la vida, eran categorizados para su eterno descanso.
La parte frontal de aquellas primeras 38 hectáreas estaba reservada para la gente con apellidos ilustres; había cinco clases para los difuntos de prosapia, y atrás, luego de una pared, yacían los cuerpos de quienes entraban en la categoría de sexta clase, la de los muertos humildes, al lado de las fosas comunes.
El arte en las efigies, monumentos de mármol – traído incluso desde Europa-, y mausoleos de cantera, eran parte de la ornamentación para perpetuar la memoria de la gente pudiente, familias adineradas y muertos ilustres.
Esta distinción ha propiciado el interés del Ayuntamiento moderno para otorgar la cualidad al camposanto de Museo de Arte Funerario, ya que visitantes locales y extranjeros advierten la particularidad del pasillo central que concentra dichos monumentos.
En la actualidad, debido las extensiones que se agregaron con el paso de los años, el camposanto alcanzó las 62 hectáreas, territorio que hoy está a su máxima capacidad con 330 mil inhumaciones. Restos que durante las celebraciones del 2 de noviembre, serán visitados por más de 20 mil personas que desde muy temprana hora del día comenzarán a recorrer los pasillos para recordar a sus muertos, honrando así su memoria.